Un año, tengo un año de no escribir en este blog.
Pensé varias veces en cerrarlo, pero la verdad es que no quiero hacerlo.
Lo abrí para compartir ideas sobre cosas hechas en casa, cosas de la vida diaria sencillas que son importantes, tengo que tomar ánimos y continuarlo.
La verdad es que a veces iniciamos algo y luego vamos cambiando de enfoque, nuestras ideas van evolucionando o bien quedándose quietas esperando que algo las despierte.
La verdad es que en un año pasan muchas cosas.
Nunca pensé que este iba a ser tan complejo, muchos desafíos que poco a poco van tomando formas diferentes a lo que se tenía en mente.
También tuve sorpresas, dos viajes, dos caminos diferentes, ambos el mismo día.
Sí, también fue un año de despedidas.
Una de las personas más importantes de mi vida, mi Tía Sole partió este año en mayo, justo estaba en un hotel esperando noticias sobre mi vuelo a Italia, estaba muy emocionada por volver a ese lugar que amo tanto, me esperaba una semana de estudios y trabajo y otra de vacaciones, el avión tuvo un retraso y nos llevaron a un hotel mientras esperábamos salir hacia Madrid a primera hora.
En la noche, mi mamá me llamó y me dio la noticia.
Ya Tía no estaba con nosotras, no físicamente.
Era una de las personas más importantes de mi vida.
Siempre se interesaba en mis cosas por más sin importancia que fueran, escuchaba mis historias con mucho interés, cada vez que viajaba ella iba conmigo, una vez, mientras estudiaba en la Argentina enferma y todo, me fui a Caminito en Buenos Aires a escuchar tangos para cumplirle una promesa.
Tía era mi compañera de viajes, la consejera sabia, la persona que siempre estaba ahí.
Al día siguiente mientras le daban su último adiós, mi avión partió y yo en él.
Si hay algo que aprendí de Tía o Tili, como le decíamos, es que hay que vivir y vivir bien.
Hay que perdonar y perdonarse.
Hay que reír y llorar.
Hay que levantarse cada vez que se cae.
Hay que tener el máximo glamour siempre.
Hay que ir cambiando la manera de ver el mundo junto con la juventud.
Hay que rodearse de buena compañía, buen vino y buena música.
Hay que disfrutar al máximo de todo porque solo se vive una vez.
Durante mi viaje disfruté absolutamente cada momento, cada comida, sonido, obra de arte, dejé que todos mis sentidos estuviesen despiertos. Era muy grande el dolor de su partida, pero a la vez sentí a Tili al lado mío, aún la siento a veces.
El año pasado, durante la navidad, hice otra especie de viaje, bajo la guía de mis amigas Laura y Janet realicé el proyecto del Diario de Navidad, un proyecto que nació hace muchos años y cuya exponente principal es Ali Edwards, aunque cabe decir que ahora hay muchas diseñadoras que hacen variaciones a este proyecto.
Fue un desafío que me gustó, y terminó siendo uno de mis proyectos favoritos.
El Diario de Navidad, es un mini álbum, una colección de 25o 31 historias diferentes de nuestra navidad, con pequeños detalles, tradiciones, momentos, recuerdos durante este mágico mes.
De no haber hecho este álbum, no tendría registro impreso de la historia de la última navidad que pasé con Tili. Jamás abría pensado que este año se iba.
Me alegra tanto que mi esposo se vistiera de Santa nuevamente, que guardáramos esos recuerdos, que ella esté ahí.
En este momento, en medio del caos, cansancio profundo que tengo, trabajo acumulado, miles de tareas por cumplir, compromisos y más he decidido hacer mi "Diario de Navidad" nuevamente.
Quiero guardar pequeños momentos que son importantes, pausas, tradiciones, encuentros. Son tantas cosas las que damos por un hecho y no deberíamos hacerlo.
No sabemos cuánto puede cambiar nuestra vida de un año a otro y estos registros son legados y tesoros que tenemos, son nuestra historia, pequeños trozos de nuestra vida.
De Tili aprendí a celebrar la vida y esta es una manera de hacerlo.
A ella le dedico mi Diario 2015, ya estoy lista para este nuevo viaje, y sé que ella me va a acompañar.